Durante el mes de agosto y parte de septiembre, en Palmira se desarrolló el proyecto El arte tiene voz, el cual tuvo como objetivo brindarle a artistas del municipio herramientas de periodismo escrito para que visibilizaran sus obras y temas culturales de ciudad.
El proyecto fue uno de las cerca de 50 propuestas
seleccionadas por el Programa Municipal de Concertación Cultural de Palmira,
haciéndose acreedor de la cofinanciación por parte de la secretaría de Cultura
del municipio.
“Desde el año pasado inició un proceso en el municipio
trabajando periodismo escrito con jóvenes. Y en esta oportunidad, un año
después, la propuesta fue enfocada a quienes viven el día a día del arte y la
cultura”, manifestó Alexander Escobar, coordinador del proyecto.
El proyecto además contó con apoyo de la Red de Medios
Alternativos y Populares (REMAP) y la Red de Artistas Populares del
Suroccidente (RAPSO), organizaciones que comparten una visión del mundo del
arte y la función de quienes son el fundamento que le da vida: las y los
artistas.
“La propuesta se encaminó a trabajar con artistas debido a
que este sector es uno de los más golpeados por los presupuestos en las
políticas públicas, y además olvidado, en su mayoría, por los medios de
comunicación que solo les ven en función de entretenimiento y no como personas
con necesidades y un pensamiento político a tener en cuenta en la construcción
de sociedad”, dijo Alexander.
Para el coordinador del proyecto, brindarle herramientas de
periodismo escrito a las y los artistas, es una forma de afianzar la voz de este
sector, y así contribuir a que sean escuchadas sus historias, sus problemáticas,
sus denuncias, sus logros, su forma de ver el mundo y su deseo de transformarlo
desde sus propias vivencias, sin intermediarios:
“Tenemos el problema de ver el arte solo como una forma
ornamental, donde todos hablamos bien de él cuando queremos embellecer nuestras
discursos, gobiernos y administraciones públicas, pero que se espanta cuando el
arte cuestiona, denuncia, toma partido como opción de vida transformadora que
afecta la política. Nos gusta un arte decorativo, del mismo modo que nos gusta
artistas sumisos que no cuestionen las condiciones de vida indigna a las que le
somete un sistema político, económico y social. Somos una sociedad que busca y
utiliza a las y los artistas para entretener, para pasar el rato, pero que les
desecha cuando recuerdan que son seres con necesidades y con una visión crítica
de la vida y la política, y que luchan por cambiar la sociedad”.
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